El viento de la desgracia hizo caer a Higinio Rivero (Bilbao, 1982) desde las alturas a un abismo sin red, para aterrizar en una canoa que hoy día es el motor de impulsión de sus sueños, y también de su vida. Lejos de coartar su existencia, esa paraplegia que le acompaña desde hace ocho años le marcó una nueva hoja de ruta que le ha llevado, con el piragüismo como hilo conductor, a convertirse en un referente del paracanoe español y a saborear este último verano el dulce aroma del olimpismo. Incluso, como el propio Higinio reconoce, palear le permite a menudo reencontrarse con las nubes.
- Has pasado de la ‘tempestad’ competitiva de hacer Juegos y Mundial casi de seguido, a la calma chicha de la pretemporada. ¿Cómo llevas este período ‘valle’ del año?
Parece que fue ayer cuando terminamos de competir, pero a mí se me hace eterno. De hecho ya estoy mirando a ver dónde hay una competición para ir probándonos e ir viendo las flaquezas o qué podemos fortalecer para seguir luchando por estar ahí arriba la próxima temporada.
- ¿Qué significa la palabra deporte para Higinio Rivero?
El deporte ha sido desde siempre para mí una válvula de escape y una diversión para mantener la mente ocupada y el cuerpo sano. Hoy en día puedo decir que es mi vida, sobre todo el piragüismo.
- ¿Por qué piragüista?
En realidad llegué aquí de rebote, y nunca mejor dicho, porque caí desde mucha altura y casi como que aterricé en la canoa. Primero la busqué para mi rehabilitación tras el accidente que sufrí en la montaña. Hice una visión de los deportes que me gustaban: la bici, la escalada, todo lo relacionado con la naturaleza, el deporte de aventura, y vi que el piragüismo reunía todo eso, siempre dentro de un entorno maravilloso. Al principio buscaba más la aventura, pero terminé enfocándolo en la competición, que es en el fondo otro tipo de aventura. Lo importante es que sigo con el mismo plan: diversión, pasarlo bien y tener la mente ocupada y feliz.
“El deporte siempre fue mi válvula de escape y una diversión; hoy en día puedo decir que es mi vida, sobre todo el piragüismo”
- Fuiste instructor de vuelo y practicabas mucho la escalada antes de tu accidente. ¿Has tenido alguna vez la sensación de volar sobre el agua?
Es cierto que soy hombre de alturas, o de estar en las nubes, depende a quién preguntes (risas). Y sí que he tenido esa sensación en la piragua, como de volar, que nosotros lo llamamos deslizar. En especial esos días que llegas a una lámina de agua que está como un espejo y ves que la proa va cortando ese agua, la va surcando. Para mí es una sensación parecida a volar, una sensación de libertad.
- Cierras el año con un tercer puesto en la Copa del Mundo; un subcampeonato de Europa y del mundo; y sexto en los Juegos. ¿Satisfecho de lo logrado o te ha quedado alguna espinita clavada?
Hombre, por querer, siempre quieres más. Cierto es que en los Juegos las cosas no me salieron como tenía pensado, aunque a veces entran en acción variables con las que no cuentas, como fue en este caso el viento que soplaba allí. Pero si te paras a mirar todo lo que has conseguido, ahora que te escuchaba, la verdad es que mal no ha ido. Es más, firmaría por repetirlo.
- ¿Has pensado alguna vez qué hubiera ocurrido de haber tenido más tiempo de descanso entre las semifinales y la final?
No. Sí que me lo han dicho, que era muy poco tiempo. Es cierto que con el tiempo que había, se podía haber hecho de otra manera, pero yo tuve la oportunidad de lograr el pase directo y poder librarme de esa cercanía entre semis y la final, pero mi rival fue mejor y se llevó el gato al agua. De todos modos, no creo que fuera algo crucial, ni que influyese en el resultado.
“Los Juegos me dejaron un sabor agridulce por la COVID; soy de los que me gusta ver cosas, socializar. En lo deportivo, aún se me pone la piel de gallina”
- ¿Qué tal los Juegos como experiencia vital?
Agridulce, pero por la COVID. Soy de los que me gusta ver cosas, socializar, pero con lo de la pandemia nos tenían totalmente restringidos los movimientos en la villa, incluso nos pidieron de no relacionarnos con gente de otros deportes, incluso de tu propio país, por temor a un contagio. Luego está la vertiente deportiva: estar allí junto a los mejores del mundo de tu deporte hace que se te ponga la piel de gallina porque has cumplido el gran objetivo para el que has trabajado duro durante varios años. Si ves algún vídeo de mis regatas, al acabarlas, con independencia de que ganara en semis o quedara sexto en la final, la sonrisa de felicidad siempre estaba ahí.
- Fuiste campeón del mundo de maratón y luego te pasaste a la disciplina de Sprint. ¿Por qué?
Yo el maratón lo disfrutaba muchísimo, incluso te diría que más que las regatas de sprint por el hecho de que dura más, pero con el cambio buscaba la oportunidad de dar el salto a una disciplina olímpica. Como amante del deporte, el sueño de poder ser olímpico estaba ahí, sabiendo el esfuerzo y el sacrificio que ello conllevaba. Fue una apuesta para intentar alcanzar ese sueño, y la verdad es que estoy contento porque no salió nada mal.
- Gracias a Tokio ya sabes lo que supone participar en unos Juegos. Con esa experiencia acumulada, ¿qué objetivo se autoimpone Higinio Rivero de cara a París?
Experiencia todavía tengo poca en esa materia. Tendré que ir mínimo a París y veremos si llegaría a Los Ángeles, pero mejor vamos paso a paso. Desde luego tengo muchísimas ganas de seguir cogiendo experiencia en pruebas internacionales y, por supuesto, tratar de sacarme esa espinita clavada con la única medalla que me falta por conseguir, que es la olímpica. Creemos que podemos luchar por ella, así que si no lo intentas, no se va a conseguir. Por tanto, iremos con todo a París para tratar de alcanzar ese objetivo.