Madrid, 30 junio de 2018.- El K4 500 español, vigente campeón de Europa, concluye hoy dos semana de concentración en Madrid, ahora toca una semana de descanso para retomar la recta final de la preparación de cara a la gran cita del año, el Campeonato del Mundo en agosto, ante el que el técnico de la embarcación, Miguel García, destaca la aportación de la «batuta» de Saúl Craviotto, la «potencia pura» de Cristian Toro, la «mentalización» de Marcus Cooper Walz y la «pincelada final» que pone Rodrigo Germade.
El técnico asturiano explica las razones por las que optó por una concentración de dos semanas en Madrid en la última parte de la preparación antes del Mundial 2018. «Decidimos venir aquí al pantano de Picadas, después de muchísimos años, para realizar un trabajo más aeróbico donde los tiempos son más largos y necesitamos un embalse que disponga de una distancia considerable, por eso en Trasona (Asturias) las condiciones son un poco peores porque es más pequeño». Solo menciona el «pequeño con contratiempo» que supone el desplazamiento diario de unos 50 minutos al embalse, si bien una vez allí la lámina de agua es «muy buena, con poca influencia del viento y mucho kilómetros para palear».
Además valora la excelencia que ofrece la residencia Blume, un alojamiento que reúne «muy buenas condiciones que permite un descanso satisfactoria y una correcta alimentación», así como las instalaciones de gimnasio para trabajo de musculación y fuerza, que queda «totalmente cubierto» en las instalaciones del Consejo Superior de Deportes.
No esconde la satisfacción por el trato que reciben en la Blume, cuyo director, José Ramón López Díaz-Flor, era uno de los integrantes del icónico K4 español ganador de la medalla olímpica en Montreal’76. «Es cierto que José Ramón mima a todos los deportistas; él se siente piragüista pero deportista por encima de todo, y eso se percibe en el comedor, en el trato diario, en las reuniones que mantiene con los padres que vienen a interesarse por sus hijos alojados en la residencia. En lo profesional y en lo personal reúne todas las condiciones para ser director de un equipamiento de este tipo».
«Posiblemente» el K4 vuelva a concentrarse en Madrid el próximo año en otros periodos, ha adelantado el entrenador, que ha dicho que su estancia anterior een Picadas se remonta a los años 2001 o 2002, por eso le llama la atención la mejora y remodelación de aquellas instalaciones, hoy denominadas complejo Eduardo Herrero en homenaje al entrenador con el que España obtuvo sus primeras medallas olímpicas. «Antes nos cambiamos en una silla con una banqueta y había poco más. Hoy no se parece en nada, con la mejora exista otro tipo de instalación», ha agregado.
De ahora en adelante la preparación del K4 entra en la fase final tras una semana de descanso para «cargar pilas». A partir del 9 de julio comienza en Trasona el trabajo «mucho más específico, de intensidad, que va a ser duro con tres semanas en las que vamos a hacer mucha carga y ultimar el trabajo del que una parte ya se hizo en los meses anteriores, aunque ahora hay que dar esas pequeñas pinceladas que son tan complicadas, y que hay que ajustar muy bien».
Haberse proclamado campeón de Europa, derrotando por primera vez a su principal adversario, Alemania, y las expectativas en torno al K4 generadas por el potencial de la embarcación dejan en el técnico «un poco de todo». Sabe que se dio un «paso muy importante», por eso están «muy contentos pero con los pies en el suelo. Sabemos que es difícil conseguir que esas diferencias no sean tan pequeñas, los palistas están convencidos de que hicimos un buen trabajo, la cohesión es perfecta y creo que hacemos un buen equipo. Tenemos claro dónde estamos y dónde queremos llegar y creo que vamos por buen camino».
Miguel García define a los integrantes del K4:
Craviotto: «Sus compañeros le llaman capitán, eso lo dice todo. Es veteranía, y sobre todo cabeza, a la hora de competir tiene claro en qué cosas se tiene que centrar y las diferencias que tiene que marcar tanto en calentamiento como en la prueba. Es un competidor nato, lleva la batuta».
Toro: «Es la rabia. Es el estrés en la competición, el querer ganar todo, no le gusta perder. Como indica su apellido es la potencia pura»
Cooper: «Tiene unas características similares a las de Saúl. A la hora de llegar a la competición sabe muy bien cómo hacer ese cambio mental, que da el detalle último de calidad para sacar en el momento de la competición todo lo que se lleva trabajado».
Germade: «Es el que da la última pincelada en la palada y no corta el deslizamiento para dejar que piragua vaya a gran velocidad. Aporta esa parte de resistencia dentro de la potencia que hace que el barco se mantenga en los metros finales. Es una persona que se deja querer, hace grupo».
Miguel García reconoce que España no se podía permitir el «vacío» de 20 años que se dio entre la final olímpica del K4 1000 en Atlanta’96 -del que él formaba parte- hasta la de Río 2016, con un quinto puesto en ambas. Durante ese periodo hubo barcos que «fueron buenos pero faltaba ese pequeño salto para conseguir las medallas».
A su juicio hace cuatro años se dio un «paso muy importante» con el proyecto del K4 1.000 y ahora con el cambio de la distancia en el programa olímpico con la entrada del 500 el planteamiento es «muy, muy ambicioso, queremos entrar en la medallas de cara a Tokio. Esos son palabras mayores, aunque después del título de campeones de Europa y las buenas sensaciones que tuvimos podemos decir que estamos en el camino de emular al K4 mítico, como se conoce en España al tripulado por Herminio Menéndez, Luis Gregorio Ramos Misioné, José Ramón López Díaz-Flor y José María Esteban Celorrio. Para nosotros es un orgullo que nos comparen con ellos».